El audaz vuelo de la soberanía: Cuando jóvenes patriotas tomaron el cielo por Malvinas: Operativo Cóndor
En un acto de valentía y convicción que quedó grabado en la memoria argentina, un grupo de jóvenes liderados por Dardo Cabo desafió lo imposible: tomaron el control del vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas, que surcaba los cielos hacia Río Gallegos desde el Aeroparque Jorge Newbery. Esta acción, más que una toma simbólica, fue un grito de soberanía, un intento desesperado por visibilizar la causa de las Islas Malvinas, territorio argentino ocupado por el Reino Unido desde 1833. Los protagonistas, idealistas y arriesgados, no buscaban fama ni violencia, sino reivindicar la bandera argentina en un territorio que sentían (y sienten) propio. las historias humanas detrás de los titulares: los miedos, los ideales y el contexto político de una época marcada por la lucha por la identidad nacional. ¿Quiénes eran esos jóvenes? ¿Qué los impulsó a semejante hazaña? ¿Cómo se vivió ese momento en el aire y en tierra?
MALVINASHISTORIAPERIODISMODARDO CABOARGENTINA
3/28/20253 min read


Cuando 18 jóvenes peronistas secuestraron un avión para plantar la bandera argentina en MalvinasEn la mañana del 28 de septiembre de 1966, un grupo de 18 jóvenes argentinos, mayoritariamente peronistas, llevó a cabo una audaz operación que pasaría a la historia como el Operativo Cóndor.Bajo el liderazgo de Dardo Cabo, estos jóvenes tomaron el control del vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas, que se dirigía a Río Gallegos desde el aeroparque Jorge Newberry.
La iniciativa buscaba reivindicar la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, ocupadas por el Reino Unido. Dardo Cabo, alias Lito, un periodista de 25 años y miembro de la Unión Obrera Metalúrgica, encabezaba el comando. Lo acompañaba Alejandro Giovenco, apodado El Chicato, un fornido joven de 21 años. María Cristina Verrier, periodista y dramaturga de 27 años, ocupaba el tercer puesto en el grupo.
El resto de los integrantes, en su mayoría jóvenes peronistas, conformaban un equipo con una edad promedio de 22 años. El plan del Operativo Cóndor implicaba tomar el control del avión y cambiar su derrotero hacia las Malvinas. Una vez en la isla, desplegarían siete banderas argentinas, entonarían el Himno Nacional y rebautizarían la capital isleña como Puerto Rivero. La audacia y determinación del grupo eran evidentes.
Norberto Karasiewicz, uno de los protagonistas, relató la meticulosa planificación del operativo. Los cóndores abordaron el avión en Aeroparque como pasajeros convencionales, con la diferencia de que llevaban armas descargadas en sus bolsos. El vuelo incluía una sorpresa: el contralmirante José María Guzmán, gobernador de facto del territorio de Tierra del Fuego, viajaba junto a ellos.
El relato histórico del episodio afirma que el proyecto tuvo tres fuentes de financiación; a saber: el pope metalúrgico de esos días, Augusto Timoteo Vandor; el empresario peronista César Cao Saravia y el mismísimo García, (dueño de Cronica) a cambio de la primicia periodística.
El momento culminante llegó con los primeros rayos del sol sobre la Bahía de San Julián. Cabo y Giovenco entregaron al comandante la nueva hoja de ruta, marcando el inicio del cambio de rumbo hacia las Malvinas.
El avión aterrizó sin inconvenientes en una pista de carreras de caballos improvisada, y los cóndores tomaron prisioneros para evitar posibles enfrentamientos. En ese tiempo, las Malvinas no tenían la importancia estratégica actual. Era un enclave colonial menor con una guarnición de soldados británicos y mercenarios. Desplegando las banderas argentinas, el grupo rebautizó la capital isleña como Puerto Rivero en homenaje a un gaucho que lideró un levantamiento en 1833 contra las autoridades reales.
Utilizando el avión como centro de operaciones, emitieron un comunicado con la colaboración del periodista Héctor Ricardo García, presente en el vuelo. El mensaje fue retransmitido a través de radios locales, alcanzando Tierra del Fuego, Santa Cruz y Chubut. La rápida difusión del evento contribuyó a evitar represalias inmediatas por parte del gobierno de Onganía. La tensión aumentó, pero después de 36 horas, liberaron a los rehenes y buscaron la mediación del párroco local, Rodolfo Roer, para negociar con los británicos.
La situación escaló con la colocación de ametralladoras antiaéreas alrededor del avión y amenazas de bombardeo. Finalmente, se logró un acuerdo que permitió la liberación de los pasajeros y un salvoconducto hacia la iglesia, desde donde serían trasladados al buque ARA Buen Suceso. El regreso a Tierra del Fuego fue recibido con aclamaciones y curiosidad. Sin embargo, las autoridades militares dispusieron que el buque atracara en la madrugada para evitar multitudes.
Encarcelados en Ushuaia, iniciaron una huelga de hambre que luego trasladaron a la Jefatura de Policía. Aunque Cabo, Giovenco y Rodríguez cumplieron condenas, la Justicia no encontró delito en la acción del operativo. Sin embargo, sus destinos fueron trágicos. Cabo fue asesinado por la dictadura en 1976; Giovenco, que integraba el grupo de choque CNU, murió en 1974, cuando estalló por accidente una bomba que llevaba, y Rodríguez y Pedro Tursi, otro de los cóndores, fueron abatidos en un tiroteo.
En 2012, Cristina de Kirchner, por entonces presidenta, recibió las siete banderas desplegadas en Malvinas de mano de María Cristina Verrier, esposa de Dardo Cabo y la única integrante mujer del comando. En una vieja carta leída en el acto, Cabo destacaba "no haberlas rendido nunca ni entregado al enemigo".
Karasiewicz reivindica aquella cruzada y su posterior reconocimiento por parte del Estado: "Personalmente, nunca me callo. El único que lo hizo una cuestión de Estado y puso las bolas fue Néstor Kirchner. Yo le debo la lealtad eterna al gran patriota que fue él, después del general Perón. Por eso Cristina Fernández hizo lo que hizo, por eso le entregamos las banderas y por eso una está en el mausoleo de Néstor Kirchner".
Fuente: Ambito Financiero

